En torno a las 11 y 30 minutos de la mañana se ha recogido la Esperanza de Triana tras una inolvidable madrugá con la que se ha puesto punto y final a su periplo en la Catedral con motivo del XXV aniversario de la Coronación Canónica. Desde el Puente de Triana ya se anunciaban con bombillas el lema “Triana con su Esperanza” y así fue.
El barrio se volcó con la Virgen que le quita el sueño. Mantones en los balcones, las banderas verdes del grupo joven, fotografías inmensas con el rostro de la Virgen, cadenetas…
Tras girarse a la Capilla del Carmen en la que se escucharon sones marineros, la Virgen, llegando al Altozano, se giró hacia el balcón de la casa de Vicente Acosta, el hermano mayor de la coronación y que se encontraba junto a su mujer, emocionando, escuchando cómo llegaba la Esperanza en una inmensa marea de fieles.
En la calle Antillano Campos, que había despertado especial interés por las dificultades que ofrecía en su segundo tramo, se vivieron uno de los momentos más especiales de la madrugada. Mientras amanecía, la voz del capataz, Juanma Cantero, mandaba a sus costaleros con tesón, provocando una fuerte ovación cuando terminó el difícil trance.
Igualmente, la calle San Jacinto, fue un hervidero al llegar el paso de la Esperanza a la Capilla de la Estrella. La Virgen, no sólo entró en templo, sino que llegó hasta escasos metros del retablo donde aguardaba la dolorosa del Domingo de Ramos. El hermano mayor de la Estrella, Manuel Domínguez del Barco, emocionado, destacaba las brillantes relaciones que mantienen ambas hermandades.
La últimas calles del barrio acogieron a la Esperanza de Triana con la expectación de los días “señalaítos”. Los fieles lloraban cuando el mundo volvía a tener voz delante del paso de la Virgen cuando ésta llegó a Santa Ana.
En torno a las 11:30, la Virgen entraba en el templo. Al arriar los zancos en el suelo, los fieles allí congregados le dedicaron un larguísimo aplauso en reconocimiento por los XXV años de la Coronación Canónica.
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