viernes, 6 de marzo de 2009

La O: tiempo detenido









La pasada semana la hermandad de la O consagró el quinario que cada año eleva a las alturas a la imponente imagen de Jesús Nazareno. Largas tandas de cirios rojos sacramentales envuelven el aire que se respira en el templo que da vida al inicio de la Calle Castilla.

Cristo parece mirar de un modo más dulce al natural reflejo de la cera encendida, que custodiado por la silueta de dos ángeles lampadarios, centinelas celestiales en plena oscuridad, viene a avisar que pronto descenderá al nivel de los humanos y ser observado por miles y miles de particulares historias de la gente de a pié.

Bajo las sombras que en un pasado se entremezclaban alrededor de los templos, la carga de la cruz parece incluso no ser pesada para el divino hombre que está en el altar. Hace unos días, el silencio detuvo el tiempo en el arrabal de Triana, para decirnos que sólo queda un mes para la más ansiada espera.

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